Es muy habitual que en los hogares conviva algún tipo de animal doméstico; perros gatos, aves y a veces, animales exóticos como lagartos, iguanas, etc. En la mayoría de los casos, estos animales se encuentran perfectamente atendidos por sus dueños, incluso llegan a vivir en hogares donde son tratados como auténticos “reyes de la casa”, pero en otras situaciones, las mascotas apenas llegan a ser temporalmente el juguetito de los niños o el capricho de los mayores.
Son comprados de cachorros por su apariencia juguetona y cariñosa, pero se convierten, con el tiempo, en un estorbo para el propietario, acabando en muchas ocasiones maltratados y/o abandonados en cualquier carretera o perrera.
El problema radica en que muchas personas conciben a los animales como elementos de “usar y tirar” que sobran una vez desempeñada la función para la que fue adquirido o cuando el animal presenta algún problema u enfermedad molesta.
El problema radica en que muchas personas conciben a los animales como elementos de “usar y tirar” que sobran una vez desempeñada la función para la que fue adquirido o cuando el animal presenta algún problema u enfermedad molesta.
La cuestión es saber valorar las responsabilidades adquiridas en el momento de la compra; su mantenimiento y cuidado en perfecto estado, dos o tres paseos diarios, visitas al veterinario, algún tipo de suciedad en las casas, educación y “manías” del animal, etc; todo un suplicio para quién no se encuentre preparado para todo ello.
En España las cifras son realmente alarmantes; a pesar de no existir censos reales de animales abandonados, según la Asociación para el Fomento de la Adopción de Animales de Compañía Abandonados (ASOFACA), el 60% de las familias que convive con una mascota la abandona antes del primer año, mientras que la cifra anual global de abandonos asciende a más de 200.000.
El destino de esto animales es poco favorable ya que carecen de capacidad para buscarse el sustento por sí mismos. La mayoría de ellos muere principalmente atropellada mientras esperan que sus dueños los recojan de la carretera, además de enfermos, maltratados o sacrificados en perreras municipales. Tan solo un 5% aproximadamente acaban adoptados por una nueva familia.
La solución a esta situación es bastante complicada; por un lado, la legislación es escasa y donde existe, los medios para velar por su cumplimiento son mínimos. Además, el comercio de animales no está regulado ni existen registros reales de compra-venta; cualquier persona puede comprar sin ningún tipo de control una mascota en tiendas de animales o a través de carteles en la vía pública.
A pesar de todas las medidas que se implanten, esta situación terminará cuando las personas que adquieran mascotas las consideren como otros seres vivos que también piensan y sienten.
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